IX
¿Sabías qué...?
“Por fortuna para los aficionados al ajedrez la prohibición fue derogada en 1513 por el Papa León X”.
“Este pontífice era muy aficionado al ajedrez y no pudo aguantar más una prohibición que se antojaba injusta. La explicación que dio León X fue cuanto menos curiosa y nos muestra como este juego llega a calar hondo en todo aquel que se adentra en su universo:Apenas puedo creer que los mortales hayan sido capaces de inventar el ajedrez sin mediar inspiración del cielo”.
“En un volumen de finales de 1500 se puede leer esta cita: El papa León solía abandonar la partida cuando se sentía en inferioridad de condiciones; lo cual demuestra su habilidad, pues veía mucho antes lo que iba a ocurrir”,
“Gracias al influjo de León X, Santa Teresa de Jesús habló positivamente del ajedrez en su obra CAMINO DE PERFECCIÓN, escrita entre 1564 y 1566: “Creedme: quien juega al ajedrez y no sabe colocar bien las piezas no llegará a dar jaque mate… Imagino que os maravillaréis de oírme hablar de juegos… Dicen que alguna vez el ajedrez está permitido; con mayor razón estará permitido servirse de sus tácticas. Más aún, si no usásemos estas técnicas a menudo, no lograremos dar jaque mate al rey divino… En el ajedrez la lucha más fiera contra el rey debe darla la reina, aunque concurran a ello otras piezas. Pues bien, no hay reina como la humildad para obligar al Rey del cielo a entregarse”.
“Ninguno de los sumos pontífices que siguieron a León X fue notable por su amor al ajedrez hasta llegar a San Pío V (1566-1572), que ofreció un importante beneficio eclesiástico a Pablo Boi, famoso ajedrecista siciliano llamado “el siracusano”, para que vistiera el hábito religioso, (a lo que Boi se negó). En aquel momento Boi era tenido por el mejor jugador del mundo conocido”.
“El español Ruy López de Segura era eclesiástico, y durante su apogeo ajedrecístico le cayó en gracia a Felipe II, que le asignó un beneficio “vitalicio” como “mejor jugador de ajedrez del siglo XVI. En 1560 llegó a Roma, acompañando a su obispo, al durante el tiempo libre ganó a todos los mejores jugadores italianos. Después ideó una de las aperturas más usadas todavía en la actualidad, que en el mundo lleva su nombre y en Italia se llama “la española”.
“A principios del siglo XVII San Francisco de Sales, obispo de Ginebra, en su introducción a la vida devota, obra escrita en Annecy en 1608 advierte, en el Capítulo XXXI dedicado a PASATIEMPOS Y DIVERSIONES, SOBRE TODO LOS LÍCITOS Y LAUDABLES: “Hay que guardarse de caer en excesos, tanto en lo concerniente al tiempo como en lo relativo al dinero que se juega, pues si se dedica a ello demasiado tiempo no se descansa; ni se alivia el cuerpo ni el espíritu; al contrario se relajan y debilitan los dos”.
“Se cuenta que el mismísimo san Carlos Borromeo ganó una vez 10 ducados de oro a un primo suyo y los invirtió en pagar la ceremonia de toma de hábito de una religiosa”.
“También Mons. Alfonso Litta, arzobispo de Milán desde noviembre de 1652, sentía pasión por el ajedrez; era tan conocida su afición, que cuando llegó a la ciudad para tomar posesión le colocaron en una columna un enorme tablero de ajedrez con esta leyenda: “Ingenio, no suerte” (ingegno, non sorte); para decir que Mons. Litta había llegado a aquel puesto no por fortuna, sino por su virtud”.
“También fue buen ajedrecista León XIII, Papa de 1878 a 1903: ya jugaba cuando era cardenal en Perugia”.
“Más tarde Juan Pablo I había jugado por los años sesenta en su tierra de Vittorio Véneto”.
“Finalmente Juan Pablo II fue probablemente jugador en sus años mozos en la universidad de Cracovia y después en el seminario”.